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El poder de la influencia. ¿Atracción o atraído?

  • Foto del escritor: Albertomdom.
    Albertomdom.
  • 6 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Está claro que nosotros como creyentes, no podemos escapar de este mundo, o crear una especie de sociedad en dónde todos a nuestro alrededor tengan nuestra misma fe. Ya que hacer eso iría en contra de los mismos valores cristianos. Jesús dijo en Juan 17:15 “No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal”.


Nuestro llamado no es buscar solamente relacionarnos únicamente con hermanos en la fe, sino con todo el mundo y a hacer el bien a todos, y especialmente hacia tus hermanos. (Gálatas 6:10)

Ahora, ¿esto significa que debemos actuar de la misma manera?, ¿Debemos mezclarnos entre ellos que parezca que no estamos ahí? La respuesta es casi obvia, ya que la luz con las tinieblas nada tienen que ver. (2Cor. 6:14)


Es decir, tiene que haber una diferencia en conducta, en amor, y en convicciones que no me permitan hacer lo que ellos hacen.

Necesitamos verdaderas convicciones en la palabra, no simple moral, ya que si de esto se tratara, estoy seguro que muchos de nosotros conocemos personas que en cuanto amabilidad o buen trato a los demás, nos superan por mucho, y hablo personalmente en esto.


Y no te confundas, no hablo de una mala relación con tu prójimo, ya que atentaríamos contra mandamientos de la palabra, sino en amor, pero con firmeza, hacerles saber que no podemos y no queremos participar de lo mismo que ellos hacen, ya sea que tú seas un estudiante y que todos los días estés rodeado de muchos jóvenes que sus vidas parezcan divertidas e interesantes, o que seas un adulto que en tu ambiente laboral te encuentres con personas que busquen salir de la rutina y buscar al igual diversión por un momento.

Hablo de tu relación con Dios, hacer o no hacer el mal y dejarse influir por los demás, no se trata principalmente de ti o de los demás, se trata de Dios.


Al obrar inicuamente, no estamos ofendiendo a otra persona sino a Dios, y por el contrario, al nosotros obrar correctamente ante los hombres, teniendo una buena conciencia no estamos agradando a los demás sino a Dios.

Ahora, ¿Es nuestra fuerza de voluntad suficiente para resistir la tentación?

Claro que no, si así fuera no sería necesario la lectura de la palabra, o la oración, el congregarte, buscar la comunión con tus hermanos. Si tú ya eres un creyente, estoy seguro de que haz experimentado los efectos desastrosos de descuidar tu vida devocional.

En lo personal mi fuerza de voluntad no me sirve de mucho, creo que el reconocer que eres débil es de mucha utilidad para saber que sin la palabra o la oración puedes morir en cualquier momento. Y el mejor ejemplo de esto, así como en cualquier aspecto de tu vida cristiana, está en Cristo. Él siempre se fortalecía en su padre, a cada momento, y cada vez que regresaba del monte a predicar y a sanar, aún con todo y que ni sus mismos apóstoles podían entender a la perfección lo que él decía, su fortaleza era su padre.


Busquemos pues lo mismo que él buscaba, y entonces el mundo no nos influenciará mas que Él y su palabra.

 
 
 

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